Duda

Nunca supo quién era su padre. Le hubiera gustado que fuera Batman, He-man o el que le daba las fichas para el Samba. Fué su obseción durante toda la infancia, encontrar esa imagen paterna, fuerte, ese referente de aventuras y retos. Nancy, su mama, intentaba pasarle la posta a su propio padre, el abuelo Eneldo. Pero el hedor a naftalina y las ininterrumpidas carrasperas lo alejaban del viejo enfermo.
Todas las mañanas, antes que “la mamy” vuelva de trabajar, bajaba al sotano a husmear entre cajas, telas de araña y humedades cremosas. Buscaba algún indicio, algún dato, algo que lo ayude a conocerlo. Cuando ya se le ponian las uñas negras y las rodillas verdosas, corría lo más rápido q podia al baño a ducharse. La mezcla de constante caer de las gotas y los rugidos de salpicaduras al costado del inodoro, creaban el clásico de todas las mañanas, mama había llegado del trabajo.
Ya engominado y listo para salir a jugar a la pelota con Nito y Claudio, pensó de nuevo en la falta. Y si es referí?, o juez de línea?, nooo, yo odio a esos turros!, a lo sumo entrenador!, sí! . Aunque pensandolo bien, no era nada relacionado a ningún deporte seguro, si Nito y Claudio no hacen más que bailarlo todas las tardes. La genética se hereda dicen, y él siempre fué muy ojota. Ahi podría estar la clave, estudiarse, analizarse, indagar en sus gustos y horrores.
El tiempo lo olvida todo, los hijos, el trabajo y la jubilación, todo. Y ya con sus venas a punto de secarse y el eterno amigo alemán “alzeheimer” abrazandolo cada vez más fuerte, surge la pregunta: “Quién era?”. Su corazón empezó a palpitar con fuertes aritmias, como bombeando engrudo. Sus rodillas se vencían y las estrellas comenzaban a rodearlo. Intenta agarrarse de placard y cae dentro. Enmarañado con medias, valijas y zapatos, lo único que le funciona correctamente es esa idea fija en la cabeza, mientras su cuerpo se desconecta poco a poco. Ya completamente inmóvil, intenta un último bostezo, pero su boca y nariz se bañan de un ácido aroma a naftalinas.